Aunque a Dios le debemos todo, vemos que el ser humano
olvida con facilidad, sobre todo, porque tiene la capacidad de crear y crearse
todos los días, una capacidad que fue dada precisamente por el creador, pero la
pregunta es, ¿por qué ocurre esto?. A mi parecer, simplemente, por la necesidad
de figurar, de sentirse parte de un grupo, de ser aceptado sin reparos, y qué
mejor que ser la copia del otro, por este mismo motivo los padres han olvidado
hablar de Dios a sus hijos, pues ya por su intelecto, consideran que no es
culto o moderno hacerlo.
Ahora, en cuanto a los jóvenes que no tienen un norte
seguro, y que no poseen identidad propia, el asunto es más riesgoso, pues fijan
sus expectativas en modelos de comportamiento que les representan placeres y
sensaciones descontroladas, en donde nada es malo y todo es normal, con lo que
se crean vacíos y gran soledad, pues al regresar a la realidad que exige
personalidades definidas y un espíritu lleno, se dan cuenta que no tienen las
armas para afrontar su realidad.
La mayor arma que tenemos para enfrentar estas presiones
sociales, es sin duda creer en Dios, en pocas palabras, tener fe; si tenemos fe
y tenemos la seguridad de que Dios existe, sabremos que él nos dará la
conciencia por medio de su espíritu para reflexionar sobre lo bueno y lo malo;
si tenemos fe, sabremos que no es importante que el grupo nos acepte, sino que
Dios nos acepte; si nos importa más Dios que la presión de la sociedad,
dejaremos de ser marionetas, que se dejan llevar por la masa, dependiendo
siempre del qué dirán. En el momento en que se le abre la puerta a Dios, inicia
un cambio en la sociedad.
El arma de la fe se va perdiendo, cuando la gente vive
por vivir sin tener en cuenta que cada paso que damos, nos conduce a un
destino, que puede ser bueno, malo, feliz o infeliz, dependiendo de nuestra
vida y como la vivamos, por esto reflexionemos y retomemos nuestro camino de
autenticidad, para que guiados por a gracia y sabiduría de Dios, podamos
implementar un cambio en la humanidad.
Natalí Ramírez Giraldo
11-B
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