domingo, 25 de marzo de 2012

DIOS EN LA VIDA DE LOS JOVENES


A lo largo de nuestra vida siempre debemos tener en cuenta que: "Sin Dios, no estaríamos aquí, no habría vida", siendo está la primera razón por la cual Dios siempre debe ocupar parte de nuestra existencia.
La juventud, en la actualidad, está expuesta a muchos factores externos que influyen en sus actitudes, creencias, convicciones y principios. Para evitar eso, es necesario que cada joven se conozca muy bien, y sea fiel a lo que piensa y siente, y no deje que aquello que lo rodea sea la razón por la cual deje de ser alguien que ha sido a lo largo de su vida.

La juventud también es el momento en donde uno se ve lleno de complejos, miedos, dudas, aburrimiento, y se hay un descontrol de emociones. En esta etapa se deben tomar importantes decisiones que tendrán repercuciones toda la vida, por eso deben ser tomadas con solo una ayuda, la de Dios, él es el único que puede guiar por el buen camino, y conducir a la razón.

    



APORTE PERSONAL

La juventud, momento en que tanto las niñas como los niños, creen haber crecido y madurado, dejando a un lado creencias que han conservado a lo largo de su infancia, pero la fe en Dios no puede ser una de ellas, el hecho de crecer y tener nuevos horizontes, no significa que nos debamos alejar de Dios, por lo contrario debemos fortalecer esa relación, quiza la más importante de nuestra vida, Dios nunca nos deja, así que nosotros no tenemos porque abandonarlo.


Nuestra infancia, era libre de problemas, solo felicidad y despreocupación, pero al llegar a la juventud se da un drástico cambio, nuevos deberes y más grandes responsabilidades, nuestra visión del mundo cambia, todo se hace menos impresionante y admirable, las decisiones las tomamos muy a la ligera o por el contrario nos cuesta demasiado tomar una; infortunadamente todo lo anterior, nos hace creer que nuestra vida es muy "díficil" y que Dios nunca nos ayuda, ni siquiera cuando se lo pedimos,  y por eso decimos que Dios está ausente en nuestra vida y dejamos de "creer" en Él.


Santa Isabel de Hungría

Nacida en Pressburgo, 1207-Marburgo, 1231. Hija del rey Andrés II, con apenas cuatro años fue prometida a Luis (futuro Luis IV), hijo del Landgrave de Turingia, Hermán I.

La boda tardaría en celebrarse, pero siendo costumbre la de educar juntos a los futuros esposos, partió hacia Turingia, y vivió en el castillo de Wartburgo, donde comenzó a distinguirse por su humildad, caridad y mortificación. El matrimonio se celebró en 1221 y de él nacieron cuatro hijos. Durante esos años no abandonó su vida de mortificación ni olvidó a los pobres, utilizando su dote completa para ayudarlos.
Cuando la Tercera Orden franciscana se difundió por Alemania fue muy bien acogida en Turingia, siendo Isabel la primera terciaria de Alemania y luego su patrona.
En 1227 quedó viuda, al morir su esposo Luis en una cruzada de Federico II. Su cuñado Enrique había jurado proteger a ella y a sus hijos, pero se inclinó hacia una conjura palaciega que desechó la sucesión legítima del primogénito de Isabel, y consintió la expulsión de la corte de la reina y sus hijos. Isabel hubo de vivir errante y con gran penuria.


Después de depender durante algún tiempo de la caridad de su tía, la abadesa de Kitzingen, marchó a Marburgo, donde comenzó la construcción de un hospital para enfermos pobres, en el que ella misma servía a los enfermos. Murió en 1231, cuando apenas contaba 24 años; fue enterrada en la catedral de Marburgo y canonizada en 1235 por el papa Gregorio IX.



María Isabel García Mejía
Décimo C

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