domingo, 25 de marzo de 2012

SACRAMENTOS: Primera Comunión / CICLO LITURGICO


La primera comunión es la celebración católica de la primera vez que alguno o algunos de sus fieles reciben el sacramento de la Eucaristía.
Generalmente son niños de entre ocho y nueve años quienes celebran su primera comunión, aunque es lícito que se reciba a cualquier edad, siempre y cuando quien lo vaya a recibir tenga la preparación pertinente para comprender este sacramento. Una vez recibido el sacramento de la Eucaristía por primera vez, la Iglesia Católica invita a sus miembros a volver a recibirlo cuantas veces sea posible.

PREPARACION

Para poder recibir la primera comunión es necesaria una preparación adecuada, por ello la Iglesia Católica organiza cursos de catequesis adecuada que consiste en enseñar y evangelizar a los niños o adultos, para que lleguen a la comprensión de este sacramento.

CEREMONIA

Cuando se juzga conveniente, se procede a la ceremonia que usualmente es dentro de una Misa, en ella quien recibirá la primera comunión puede presentar uno o dos padrinos, el principal fin de los padrinos es brindar ejemplo y apoyo de moral y ética cristiana a su ahijado(a).
Se recomienda que quien recibe la primera comunión acuda a esta ceremonia vestido con detalles, o totalmente, de color blanco, pues esto recuerda la pureza del Bautismo. También se puede llevar una vela en la mano, que se prenderá durante el evento y recordará la luz de Cristo. A veces también se carga una Biblia o libro de oraciones, y un Rosario, para enriquecer el simbolismo cristiano en los niños.






Pienso que la primera comunión es esa instancia en donde realmente empezamos a tener un contacto con Dios, y con esto no me refiero a que antes no existía, simplemente que no éramos lo suficientemente conscientes de esa unión con El. Desde ese momento hay una unión aun mas especial, ya que en la eucaristía podemos recibir su cuerpo y su sangre y ademas nos prepara para recibirlo en cualquier ocasión. 

CICLO LITURGICO


TIEMPO DE ADVIENTO



El Adviento es un tiempo de alegre espera: la espera de la llegada del Señor. Durante el tiempo de adviento los sacerdotes utilizan vestiduras de color morado, como color de penitencia, mostrando así que este tiempo es de preparación a la fiesta de la Navidad. 



TIEMPO DE NAVIDAD 


Durante estos días, la Iglesia conmemora la venida en carne mortal de Cristo a la tierra. 
Como tiempo de alegría, se emplean vestiduras blancas.



TIEMPO DE CUARESMA 


La Cuaresma recuerda a cada cristiano su situación de pecado y la necesidad de convertirse. Están invitados a practicar especialmente las limosnas, la oración y el ayuno. Se trata de un tiempo de conversión. Simbólicamente también recuerda los cuarenta días que Jesús vivió en el desierto y su lucha contra las tentaciones. La Cuaresma incluye cinco domingos más el Domingo de Ramos y es un período de liturgia penitencial: se utiliza ornamentos morados, a excepción del Domingo de Ramos que es el rojo y las solemnidades más importantes que es el blanco.

TIEMPO DE PASCUA


El tiempo de Pascua es el que conmemora la Resurrección del Señor: su paso de la muerte a la vida. El Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo es el corazón del año litúrgico. Comprende los tres días desde las vísperas del Jueves Santo hasta las II Vísperas del Domingo de Resurrección. Prácticamente, ya es tiempo de Pascua, aunque tiene una consideración especial.

TIEMPO ORDINARIO 


En los días en que no se celebra ningún acontecimiento importante de la vida de Cristo. Durante este tiempo se usan vestiduras verdes.


AÑO LITURGICO
CATOLICO



Santa Teresa de Jesús

  
"Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta." 





Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.

Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de  Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa.  Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".

De niños, ella y Rodrigo, su hermano,  eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".
Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión". Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.
Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.
Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.
San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.
Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.
Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.
Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.

Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Oración a Santa Teresa de Jesús
 
- de San Alfonso de Ligorio
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
 hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.

Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.

 Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.  

Amén.

María Paula Parra Pinzón
Décimo C

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