Sentido de la vida
Todas las personas algún día se preguntan cuál es el verdadero sentido de su vida porque tal vez sean cosas materiales o lo que gira en torno a ellos.
Esta pregunta no la hacemos porque no estamos satisfechos con nuestra vida aun, cuando las personas se sienten vacías empiezan a preguntarse qué es lo que hago aquí y si lo que estoy haciendo me hace realmente feliz, aunque sabemos que tenemos una misión por cumplir y que esta se descubre a través de la experiencia atravesando momentos buenos y también difíciles para así poder aprender de los mismos, y que podamos encontrarle a la vida el sentido: hay que basarse en tratar de alcanzar la felicidad moral y no materialista buscando el placer personal.
Vivimos nuestra vida basándonos en valores que poseemos; no se puede ser totalmente feliz ya que sin obstáculos la vida seria aburrida y no tendría sentido alguno, solo en este mundo existe la felicidad relativa, un complemento de esto puede ser el placer que si lo satisfacemos podríamos lograr la felicidad tan anhelada.
Existen muchos motivos por los cuales hay que vivir pero la felicidad es el verdadero sentido por el que hay que luchar y si se llega a la muerte el sentido de vida de la persona terminará, después de ahí no hay marcha atrás porque la vida en realidad es una calle de sentido único.
El sentido de la vida es la dirección en la que queremos ir a lo largo de nuestra historia, es seguir esa vocación y misión que tenemos, el sentido de la vida es lograr sentirnos satisfechos con nosotros mismos por lo que logramos hacer y obtener, es alcanzar la felicidad pasando por encima de todas las dificultades de nuestra vida, siguiendo un camino que haga sentirnos bien, siguiendo a Dios.
VIDA Y OBRA DE UN SANTO
san Agustín
El genio metafísico más influyente del cristianismo
Nació en Tagaste en el año 354 v murió en el 430. Sus padres son el pagano Patricio y santa Mónica, la «madre de las lágrimas».
Antes de su conversión busca la verdad con todo ardor en las teorías filosóficas. Cae en la herejía maniquea, que luego combatirá. Vivió su gran drama de nombre hambriento de la verdad y mendigo del amor. Cayó en las redes del maniqueísmo y el agnosticismo, así como en la sensualidad y el pecado. De sus amores ilícitos tuvo un hijo, Adeodato, del que hace mención en sus obras en unos bellísimos diálogos.
Estando en el jardín de la casa de unos amigos de Milán, escucha la voz de un niño que le dice: Tolle, lege (toma y lee ). Y ab riendo al azar las cartas de san Pablo, lee en Romanos 13,13-14: «Nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfreno... Revestíos más bien del Señor Jesucristo».
Aconsejado y ayudado por san Ambrosio, el gran obispo de Milán, y por las insistentes oraciones de su madre, se convierte a Dios y es bautizado, junto con su hijo, por san Ambrosio en la noche de pascua del año 387.
Obispo durante 35 años en Hipona, pastor de almas entregado plenamente a sus fieles, comparte su vida con una comunidad monástica que formarían después los monjes de la Regla de san Agustín.
Es un escritor enciclopédico. Su autoridad, sus escritos y muchas de sus frases se han hecho ramosos en toda la Iglesia. Las Confesiones, De la Trinidad (recordemos al niño y la concha de Murillo), De la gracia, Los soliloquios, La ciudad de Dios, con otras obras pastorales y morales, conforman el riquísimo legado de san Agustín a la Iglesia y al mundo.
Su fiesta se celebra el 28 de agosto.
Mensaje
• Vivir la caridad. Es el maestro, entre tantas cosas, de la caridad. Ella constituye la esencia y nos da la medida de la perfección cristiana. Por eso llega a decir: «Ama y haz lo que quieras». Dice en otro lugar: «El amor de Dios es primero en el orden de la primacía; pero el amor al prójimo es el primero en el orden de la acción». ¿Qué otra cosa es la virtud sino la caridad con que se ama cuanto tiene que ser amado? Por tanto las virtudes son como modulaciones de la caridad. Ella es la reina de todas las virtudes.
DECIMO B
Gracias Laura por tu trabajo!
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